Partidos que tuve suerte de presenciar

Intro

Diego Varela
12 min readFeb 9, 2023

--

A veces me pregunto por qué el fútbol tiene tanto impacto emocional en mi vida; y creo que saqué una buena conclusión sobre ello.

Como Argentino, estamos predestinados a sufrir, por diversos motivos y ocasiones, muchas veces relacionadas al momento que atraviesa el país. Si bien tuvo por suerte de cumplir muchas presidencias en democracia, por un motivo o por otro, en algunos momentos de los ciclos te ves más afectado que en otros. Sin entrar en partidismos, he sufrido, probablemente mucho menos que varios Argentinos y mucho más que otros.

El fútbol te puede dar una alegría inmediata que probablemente no se te borre nunca de tu cabeza. Un gol de tu ídolo de la infancia sobre la hora para ganarle a tu clásico rival, puede hacer que en una semana que fue horrorosa, se convierta en una inolvidable. Y es así, un tipo pateando una bola y embocando en el arco, marca una diferencia en nuestras vidas. Esa situación efímera con un efecto mariposa de proporciones difíciles de medir.

Entonces, ¿Cómo no ser fan del fútbol?, si de un minuto al otro, podés ser la persona más feliz de la tierra. Es cierto, que también podes ser la más miserable del planeta, si a tu club se le escapa un título en la última fecha, se lesiona un jugador que le estaba garantizando seguridad en la defensa o mismo que el delantero no esté fino en la definición. Esa miseria también dura durante mucho tiempo y admito que en circunstancias puede ser imborrable, pero vale la pena correr el riesgo.

Los Argentinos por otro lado, somos los más pasionales del mundo, aparte del fútbol, también se puede ver en los recitales. De cualquier cosa somos pasionales y hasta a veces fundamentalistas; todo lo vivimos lo hacemos como si fuera la última vez. Ese gen, hace que el fanatismo futbolero, le de una vuelta de tuerca que no se ve en otros lados. Probablemente Italia sea lo más cercano, pero aún así, creo que somos más pasionales.

Los pasionales como yo, contamos los años en Mundiales, inmediatamente pensamos cuántos mundiales le sacamos a la persona que acabamos de conocer, o bien, cuántos nos lleva. Lo que ya abre un tema de conversación entre futboleros.

También somos de esos que usan camisetas en circunstancias poco habituales, ni hablar si estamos de viaje. No pude evitar sacarme una foto de la Gioconda con una camiseta de Boca. No importa dónde estés, siempre vas a ver una camiseta de algún club de Argentina en cualquier punto del mundo. Me he encontrado con un hincha de Rosario Central en una playa perdida en el medio de Australia.

Así como me considero fanático del fútbol, también me considero medido. Nunca prioricé el fútbol por un evento familiar, como un casamiento, nacimiento, cumpleaños o algo así. Conozco gente que sí lo ha priorizado, pero bueno, ahí está mi línea de fanatismo.

He ido bastante a la cancha, siempre de local a ver a Boca, en varios lados a ver a Argentina y también algunos partidos internacionales. Ir a la cancha te da el extremo de adrenalina que te puede dar el fútbol; he visto mi equipo salir campeón en la cancha de Boca y también lo he visto perder de manera fea. Cuando tu equipo hace un gol, abrazarte con el desconocido que está al lado tuyo es una sensación de éxtasis que solamente la gente que va a la cancha conoce. El dicho abrazo de gol, es tan real que condecoraría a quién se le ocurrió esa frase. La pasión logra esa unión, en ese momento, lo que tenés en común con quienes te rodean, es esa felicidad que te brota por los poros que tu equipo haya hecho un gol. Esa conexión desconozco si pasa en otro ámbito y aseguro que es hermoso.

El fútbol me acompaña durante toda mi vida y lo seguirá haciendo hasta que ya no esté físicamente, y me gustaría compartir varios partidos que me tocaron ver, muchos de ellos en la cancha y otros tanto por TV que me han marcado de alguna manera. Esto no será una crónica de fútbol, sino lo que el fútbol logra conmoverme en muchos planos. Estoy seguro que si todavía estás leyendo, a vos también te pasa.

Primera vez que veo a Boca en cancha

Consistió en un amistoso de verano en Mar Del Plata, donde se disputó Boca 3 — Independiente 0 el 18 de Enero de 1990. Mi primer partido de Boca en una cancha. Yo contaba con 15 años en ese momento y fue uno de los dos partidos que vi con mi viejo en la cancha.

La forma de consumir fútbol en ese momento era distinta a lo que es este año, en donde tenés infinidad de medios que publican resúmenes de partidos y que te permitían conocer en más detalle a los jugadores. Yo escuchaba los partidos por la radio con mis viejo los domingos (porque se jugaban sólo los domingos) y luego, con suerte, podía ver un resumen en la TV que me mostraba lo mejor de la fecha.

Conocía muchos jugadores de haberlos escuchado, pero en ese momento, no me resultaba tan fácil reconocerlos en la cancha, igualmente, en ese partido me di cuenta, que uno dependiendo de cómo se mueva el jugador, no necesitas ni conocerle la cara para identificarlo.

En ese momento, tenía ganas de ver puntualmente a dos jugadores, uno era Diego Latorre, quién ya había dado que hablar y el otro era a Claudio Marangoni, que en realidad, lo tenía más de haberlo sufrido cuando él jugaba para Independiente que de haberlo disfrutado en Boca.

Ninguno de los dos me defraudó, un gran gol de Latorre de media chilena en el sector derecho de la cancha al inicio del partido, que encendió a la hinchada. Diego Latorre luego, en base a mi paladar, se fue diluyendo con los años como figura de Boca por motivos que no voy a enumerar, pero admito que daba gusto verlo jugar y siempre tenía un as en la manga cuando jugaba contra River.

Marangoni tampoco me defraudó, hizo el tercer gol del encuentro pegándole a colocar y cerrando el partido.

Fuera del resultado, estaba emocionado por haber visto a Boca por primera vez en una cancha, con mi viejo y con una hermosa victoria. Pude disfrutar de un par de jugadores que quería ver y eso fue el comienzo de un amor que nunca se va a terminar.

Primera vez en la Bombonera

Admito haber ido ya de bastante grande a la Bombonera, pero teniendo en cuenta que nunca tuve tips futboleros, y mi viejo tampoco lo era tanto como para llevarme a la cancha, ese momento se hizo desear.

En un momento apareció una entrada para ir a ver a Boca. Carlos, quien me llevaba unos años, disponía de esa entrada y fue quien me llevó en ese momento a la cancha. Ninguno de los dos era experto en ir, con lo cual sabíamos que nos enfrentábamos a algo desconocido. Es sabido que para un principiante no puede ser natural moverse cerca de la bombonera, hay espacios que son más difíciles de recorrer si uno no está familiarizado con el movimiento. En ese entonces también había que ser precavido con la policía, ya que siempre estaba ahí para repartir si era necesario.

El partido que fuimos a ver fue Boca 0 — Platense 4, 22 de Febrero de 1998. No fue mi mejor experiencia y rezaba para no ser rotulado de piedra por mi entorno.

En ese momento, mis amigos, o bien, no eran de Boca, o directamente no les importaba el fútbol, con lo cual, me sentía solo.

Si uno hubiera sido hincha de Platense, hubiera visto el partido de su vida, me acuerdo la gran actuación de Claudio Hanuch (quien convirtió 2 goles) que le valió luego la transferencia a Independiente.

Fue la única vez que vi a Caniggia en cancha y terminó siendo expulsado por revolear una patada en clara señal de impotencia ante la paliza que nos comimos.

Salimos de la cancha cabizbajos, sin hablarnos entre nosotros y esperando subir al auto para irnos de ahí. Mientras estábamos yendo al auto, veíamos que por la calle, todas las ventanillas de los coches estaban reventadas, como si hubieran hecho un asalto a todos los stereos de esa cuadra. En ese momento, se robaban stereos como ninguna otra cosa. Por suerte el auto de Carlos, sobrevivió.

Fue difícil digerir el mal trago y tardé bastante en volver a ir a la cancha, pero aún así recuerdo ese lugar y retengo en mi cabeza los cantos de la hinchada.

Primer partido fuera de Argentina

Este partido para mi tiene un sabor especial, durante mucho tiempo quise ir a Alemania — no tengo un gran motivo para justificar esto — y en un momento aprovechando las últimas etapas de la convertibilidad, aproveché y fui.

Había estado en Berlín y ahora me tocaba Münich. Cuando llego ahí, me entero que en esos días que yo me quedaba en la ciudad, jugaba el Bayern Münich de local, o sea, tenía chances de ir.

El partido fue el 27 de Enero del 2001. Jugaron Bayern Münich 3 — VFL Bochum 2, durante el crudo invierno alemán.

El proceso de ir a la cancha para mí era un misterio, país nuevo, recorrido nuevo y recordemos que Internet, estaba dando sus primeros pasos. En ese momento y ni siquiera existían los smart phones como para poder orientarse o averiguar algo.

Paseando por la calle, me encuentro un local de deportes — me resulta inevitable entrar — y empiezo a recorrer los sectores de camisetas. Boca en Diciembre del 2000 le había ganado al Real Madrid por 2–1 y la camiseta estaba agotada en todos los locales. Todos los locales, menos ese de Münich, revisando, con gran asomo encuentro la de Boca y obviamente me emocioné. Agarré sin dudarlo la de Boca y otra del Bayern Münich, camisetas que todavía conservo.

La charla con el vendedor, fue buena y hablamos sobre todo de la hinchada de Boca, que había llevado a Japón más de 3000 hinchas y se habían hecho notar durante todo el partido.

En esa misma charla averigüé cómo llegar al estadio y recuerdo haberme ido a dormir nervioso por las ganas de ir a la cancha.

Viajé en subte y lo primero que me sorprendió, es que tanto los del Bayern como los del Bochum, iban en el mismo vagón del subte y no se mataban entre ellos. Cosa que es normal, pero no lo era para mí en ese momento.

La cancha del Bayern en ese momento, era la misma que había usado Hitler en los Juegos Olímpicos de 1936, con lo cual, tenía su historia. Fuera del pasado alemán, la cancha era una belleza, me instalé en una butaca como tres horas antes que arranque el partido y luego de estar 5 minutos sentado, me di cuenta que me iba a congelar si no tomaba medidas.

Fui a lo que creía que era un puesto de café, y cuando pedí café, me dijeron, no tenemos café, tenemos vino tinto caliente. Ante mi sorpresa, entendí que esto se empezaba a poner bueno. La venta de alcohol en la cancha tampoco me parecía normal, pero entendí luego que los alemanes funcionan a base de bebida.

Cuando los jugadores entraban a la cancha, la voz del estadio decía el nombre del jugador y la hinchada gritaba en voz alta el apellido, por ejemplo:

  • Voz del estadio: Bixente!
  • Hinchada: Lizarazu!

El Bayern tenía buen equipo, tal es así que ganó la Champions League y luego se enfrentó a Boca en la Intercontinental, partido que gana el Bayern 1–0.

La experiencia fue increíble por cómo se dio en ese momento, ver toda la villa olímpica de Münich y de haber disfrutado al máximo todo el clima del partido.

Boca — River

En varias oportunidades leí que el espectáculo por preferencia que nadie en el mundo se debe perder, es un Boca — River, jugado en la cancha de Boca. Cabe aclarar, que en el momento que fui los visitantes podía ir, que le daba un folklore hermoso al partido.

Fui con mi amigo Tincho, hincha acérrimo de Boca y con quien fui muchas veces a la cancha. Éramos socios, así que entramos a la tercer bandeja de la popular del lado de la 12.

El marco era impactante, la cancha reventada de gente de Boca y también de River. Las dos bandejas que le tocaban, totalmente colmadas y repleta de elementos haciendo referencia a los colores del equipo.

Tincho era un tipo que había ido a mil partidos en distintas canchas, inclusive en Brasil cuando Boca ganó la Copa Libertadores del 2000, así que tenía lo que podemos llamar un lugareño y que me guíe por dónde ir.

El partido se disputó el 1ro de Junio del 2003, un Domingo que en principio nos hizo sufrir a los hinchas Xeneizes, pero terminó decretando un empate en 2 tantos.

En ese partido entendí que la Bombonera late. Para los que no fueron, la tercer bandeja es realmente alta y soporta todo el salto de la gente y hace que se mueva al compás de la hinchada. Tal es así que se hamaca demasiado para mi gusto, pero entiendo que tiene que tener cierta flexibilidad, sino, se rompe todo a los 5 minutos del primer tiempo.

Haber disfrutado de un Boca — River en cancha de Boca, con público visitante, fue algo de lo que voy a recordar siempre.

Primer vez en el Maracana

Corría el año 2003, yo era bastante más joven que hoy en día y diría que era directamente otra vida lo que me estaba pasando. En ese entonces estaba en pareja con otra chica y cómo teníamos energía y un poco de dinero, en vísperas de un fin de semana largo, no dudamos en armar un viaje.

Con el armado de viajes, soy una máquina de engranar cada vez ideas más descabelladas, que pasan de ir un fin de semana a Mar del Plata en auto, a irnos un fin de semana a Rio de Janeiro.

Decidimos que Rio era un buen lugar para ir, ninguno de los dos conocía, y de hecho, yo ni siquiera conocía Brasil, con lo cual no dudamos en planearlo. El viaje fue tan incómodo hasta que tuvimos que ir con escala a Rio, un vuelo de normalmente 3 horas, se convirtió en 5 o más.

Una vez en el hotel, empezamos — como buen turista — a recolectar todo tríptico que hablaba sobre las atracciones a conocer en Rio. Mi expectativa era moderada a nivel de los lugares a conocer, pero sin dudas, el Maracaná estaba dentro de los que no podían faltar.

Revisando los folletos, encontramos que al día siguiente, jugaba Flamengo vs Vasco Da Gama en el Maracaná. Mi expectativa se revolucionó de un momento al otro. Flamengo está considerado uno de los clubes con más fanáticos en el mundo. Hay más de 40 millones de hinchas y su hinchada siempre me gustó. Estaba claro que yo simpatizaba por Flamengo y quería ir.

El conserje del hotel nos explicó que pagando una moderada suma (10 veces más que lo que valía la entrada), teníamos una combi que nos llevaba a la puerta del Maracaná y nos esperaba para la vuelta. Sonaba sensacional, así que no podía esperar a ver ese partido.

Llegó el horario de salir con la combi y obviamente llovía a cántaros. En la combi nos preguntábamos qué tipo de entrada teníamos, ya que no nos habían avisado, como tampoco si iba a ser techada. Yo tenía memorizado el Maracaná de fotos que había visto y recordaba que tenía una buena proporción cubierta, y no me atemorizó la idea de mojarme un poco.

Un detalle fue, que cuando subimos a la combi, el guía, estaba con la camiseta de Vasco Da Gama puesta. Sin inconvenientes con eso, hasta que llegamos al estadio y el guía es el primero que se baja y sale corriendo para la parte que estaba la torcida de Vasco Da Gama, dejándonos a nosotros solos.

Entramos al Maracaná y fue una sensación inigualable de grandeza de estadio. Pensar que se había llenado en el año 50 con unos 200.000 hinchas para ver el partido de Brasil — Uruguay en el Mundial. La cancha no estaba llena, pero había bastante gente, era una pena ver los claros en las tribunas, pero es comprensible que no podes llevar 200.000 personas todos los fines de semana.

El partido se jugó el 15 de Junio del 2003 y su resultado fue 2–1 para Flamengo en un partido en dónde Flamengo hace gol en el último minuto decretando la victoria.

Empezamos a salir y tratando buscar caras conocidas de la combi; pero era bastante difícil ya que había mucha gente, y aparte, seguía lloviendo. La gente corría y trataba de escabullirse por donde podía para evitar mojarse.

Lo interesante fue que cuando salimos y llegamos donde iba a estar la combi, no la encontramos. El guía por otro lado, se había ido directamente a otra parte de la cancha, con lo cual era imposible saber dónde estaba. Para agregarle un poco de condimento, se empezó a poner picante entre las dos hinchadas y empezó a intervenir la policía montada.

No estaba bueno el momento, no sabíamos dónde estaba la combi y aparte éramos carne de cañón en el medio de una tángana entre hinchas en donde la policía repartía sin hacer demasiadas preguntas.

Finalmente uno de los muchachos que estaba en el mismo tour, encuentra la combi unos 100 metros adelante de dónde debería estar. Cuando subimos el chofer adjudicaba que había sacado la combi porque sino, entre los hinchas y la policía le iban a destruir la camioneta. Entendimos perfectamente cuánto valíamos para la combi el hecho que volvamos vivos.

Por suerte no pasó a mayores, pero fue un susto fuerte, porque me sentía bastante indefenso el hecho de no saber cómo iba a ser la pelea entre barras y cómo iba a reaccionar la policía. Por otro lado, no tenía ni la menor idea de cómo volver del Maracaná si no era en esa combi.

--

--